Aktitud Koherente: junio 2013

A.K. distri

Saludos, somos Spike y Sharon miembros de la banda Enemig@s del Enemigo y este blog esta dedicado a la difusion de material punk y anarquista en todas sus formas artisticas, principalmente en Costa Rica, mucho de este material olvidado e incluso mucho desgraciadamente desaparecido, esperamos les agrade.

SALUD, ALEGRIA Y ANARKIA!!!

Si algun@ quiere tener alguno de estos materiales en formato fisico o escribir para amistad pueden hacerlo a: policidio@gmail.com


viernes, 7 de junio de 2013

Muerte de un ecologista costarricense

 Ola de condenas por asesinato del ecologista Jairo Mora en Limón
La muerte de Jairo Mora apenas ha tenido repercusión más allá de Costa Rica. Solo algunas breves reseñas en unos pocos medios. Pero se trata de un crimen que tiene una dimensión particularmente grave y que va más allá, y solo eso ya sería grave, del asesinato de un joven comprometido con la protección del medio ambiente y del habitat de algunas especies. Jairo Mora fue enterrado ayer en medio del dolor y la conmoción de sus familiares y amigos, sin que el gobierno costarricense haya tenido una reacción aceptable.
Jairo Mora era un joven ecologista (así se le denominaría en Europa) o ambientalista (como se le denomina aquí, en Costa Rica) que desde hace años se había dedicado en cuerpo y alma a la defensa de los nidos de tortugas baula, una especie en peligro de extinción, que desovan en el caribe costarricense.
La reproducción de las tortugas marinas es especialmente compleja. Se calcula que de cada mil huevos, solo un ejemplar llega a adulto. El resto se queda en el camino, sucumbe a los numerosos depredadores. Y el mayor de esos depredadores es el ser humano.
Con el apoyo a algunos voluntarios y unas pocas ONG,s, sin apenas recursos ni ayuda institucional, Jairo se dedicaba a vigilar las largas playas del caribe costarricense para salvar los nidos de tortuga de los recolectores furtivos que sistemáticamente, durante las noches, los saquean para vender los huevos. En los últimos años había recibido varias amenazas pero en ningún momento quiso renunciar a lo que, para él, era un auténtico planteamiento vital.
Hace tres días Jairo vigilaba las playas de Moín, a pocos kilómetros de puerto Limón, junto a cuatro voluntarias extranjeras. Un grupo de hombres enmascarados los asaltó. Dejó atadas a las voluntarias y se llevó a Jairo. Su cadáver apareció a la mañana siguiente, desnudo y con un disparo en la cabeza.
A pesar de las numerosas peticiones de Jairo y de distintas organizaciones ambientalistas, las autoridades costarricenses habían dejado de proteger la zona y la vigilancia policial era ya casi inexistente. Unas autoridades que atribuyen el crimen a los propios cazadores furtivos que se lucran de un negocio tan ilegal como sencillo. Pero si uno analiza con cierta profundidad lo ocurrido llega a una conclusión mucho más grave.
La zona en la que Jairo llevaba a cabo su desigual batalla se ha convertido, en los últimos años, en zona de paso y almacenaje para las redes del narcotráfico que trasladan la cocaína desde Colombia hacia México y Estados Unidos. Esas redes han reclutado y armado a grupos locales para proteger su negocio.
Al narcotráfico le traen al pairo los nidos de tortuga. Pero no quiere testigos incómodos. Y las personas como Jairo lo eran.
Todo indica que, más allá del comercio de huevos de tortuga, el asesinato de Jairo no deja de ser un aviso, un mortal aviso, para quienes se adentren en un territorio que el narco ha marcado como prioritario.
El gobierno de Costa Rica, país que hace gala de supuesta protección del medio ambiente, no solo ha renunciado a esa protección en casos como el del caribe costarricense, sino que parece mirar para otro lado, ya sea por falta de recursos ya por falta de voluntad política, a una creciente penetración del narcotráfico en su territorio. La población costarricense empieza a pagar un alto precio por esa dejadez que está convirtiendo a la provincia de Limón en uno de los rincones más violentos de América Latina. El asesinato de Jairo Mora es solo la punta del iceberg.
fran.sevilla@rtve.es